Uno, dos, tres...



miércoles, 19 de enero de 2011

La soledad de los números primos.

Querido Once:

Prometo que se me olvidó que te abandonaba cuando esperabas mi vuelta y anhelabas el dichoso pasado que nos persigue. Sé que tener poco tiempo para hablarte y mucho para pensarte no es bueno. Por soñarte e idealizarte. Me disculpo porque tú eres orgulloso y yo caprichosa, porque pides al dar y suplicas por recibir. Lo siento porque hace ruido, porque las razones son suficientes, y las propuestas, escasas. Porque la balanza no se equilibra, e intentamos vencer en una guerra en la que los dos bandos luchamos por un mismo objetivo: vencer al tiempo y engañar a la memoria. Yo te advierto que el misterio que supone lo desconocido es, cuanto menos, excitante para unos labios que buscan consuelo, viviendo de los restos de cuerpos consumidos en viejos colchones, siendo un saco de huesos con ganas de conocer mundo. Once, escúchame, el mundo no gira en un solo sentido, préstame atención: te digo que, si por la noche, te tumbas al Sol buscando nuestra mirada en la Luna y el reflejo de nuestro -sí, nuestro, porque en ese momento ya sólo habrá uno-, lo que decía, si buscas el reflejo de nuestro cuerpo desnudo en las estrellas, si haces eso, Once, te prometo que la Tierra girará de forma que sólo tú y yo podamos viajar a otro mundo con ella; rotará hasta doblarse, admirando cómo se puede crear un nosotros. No te distraigas, es importante, debemos dejar claras las cosas antes de emprender la aventura. Aún hay más que descubrir: no será fácil mostrarnos sinceros, por ego personal, pero puede ser incluso divertido vivir colgando del hilo de las sensaciones, intentando no aceptar la caída en los sentimientos. Es cobarde esconderme detrás del papel para disculparme, taparme con palabras para firmar el contrato. Pero el cielo no está tan lejos si tenemos ganas de atraparlo.
¡Ven Soberbia a mí, y exclama que mi inteligencia recrea la supremacía e intenta mantener el dominio de la situación, mientras tu visión, simple y rozando la banalidad, goza de la retórica y brinda por la elocuencia!
Seamos. Somos porque somos, refiriéndose el primero al hecho de Vivir, y el segundo, a hacerlo con una sola presencia, siendo uno. Pero antes de ser, somos un tú que es y un yo que soy, somos dos visiones de una realidad distinta, navegando sin dirección y buscando un peso que estabilice.
Somos lo que soy cuando me duermo, lo que eres cuando despiertas. Somos cercanía que desconoce el derecho a superar la frontera, o eso nos quieren hacer creer. Somos melancolía en una montaña de lamentaciones. Correspondemos al género responsable de existir manteniendo la idea de ser el más fuerte. 
Y, lo más importante, formamos esos dos números primos aborrecidos por los jueces de la claridad sin atrapar la tentación. Lo último que te diré, Once, para despedirme, es que estamos casi rozando la unión, pero tenemos más en común que lo que nos toca.
Que somos complementarios, y responderé a tu deseo de dejarte verlo.
¿Firmas? Yo sí.

Trece.

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