Uno, dos, tres...



viernes, 21 de junio de 2013

Los viejos cuadernos de viaje.


"Te he dejado en el sillón las pinturas y una historia en blanco. No hay principio ni final, sólo lo que quieras ir contando."

Con las pinturas llené las paredes de flores, y desde el sillón veo el canal, transparente, límpido, tan claro que duele. Sobre el agua, un viejo barco de madera lleno de agujeros por donde se escapan las almas bravas de grandes bucaneros. Me pregunto a cuántos marineros habrá dejado en alta mar. Desde la ventana, aspiro sabores y olores de otro mundo, mientras me rodeo de partículas indiferenciables. Y así, sin darme cuenta, entra, por la ventana, un hombrecillo arlequinesco, dando brincos de libertad. No tiene zapatos, tierra, ni identidad. Él es un hombre del mundo nacido en alta mar. Es una de esas personas que llevan los ideales como bandera, de esas que admiran los poetas. No habla idiomas, regala palabras de amor a los visitantes que le ofrecen su sonrisa. Y así es como yo, desde el viejo sofá de cuero, caigo rendida a los encantos de la ciudad de los canales. Salgo del lugar buscando la evasión y vuelta a la realidad. Entre las callejuelas, veo pájaros de barro y empiezo a notar la muerte. Sabe la piel. Todo parece sacado de una fantasía. Tras dar una vuelta entre luces, decido encontrar algo que me permita escapar de mi propia cabeza. Entonces, como por arte de magia, al dar la vuelta a la esquina de la floristería, oigo sonar una guitarra. Es el universo tocando una sonata a los cuatro vientos, y junto a ello, Polichinela, sosteniendo la guitarra y bebiendo el aire. No era fruto de mi imaginación. Encendí la pipa y me senté con él. Compartimos ideas, planes e imágenes; sonidos, colores y estaciones. Vida. Se trataba de desaprender.



[Relato inacabado, re-encontrado por casualidad.]

Y el Cuera nos descubrió al alba. by Pi Searchlight

miércoles, 5 de junio de 2013

Amsterdam

"Esta noche te cruzan
verdes, rojas, azules, rapidísimas
luces extrañas por los ojos.
¿Será tu alma?"
Amsterdam, Pedro Salinas


Por los canales sobrevuelan gestos de un amor desorientado. Son las balsas de madera las que transportan las almas de un lado a otro. Hablan de Libertad, sin embargo hasta las ratas, regidas por una organización en su sucia cloaca, son más libres que yo. Incluso mi ego lo es más. La ciudad de los canales transporta nostalgia y belleza, y los cuerpos, desnudos y extasiados, brindan al cielo su recompensa, vendiendo de forma anónima sus ropas y bisutería ostentosa. Se mezclan los olores, los colores, las estaciones, uniéndose bajo el ataque de pequeñas flechas húmedas, casi imperceptibles por las miradas de la gente común. Tu erotismo vuelve a resurgir, sin sábanas, sin gestos. No nos quedan ojos y sin embargo, mon amour, te veo mejor que nunca. Grita la ironía del buen tiempo, pero sigo flotando en un agua sucia y llena de barro. Aunque lo peor es el sonido crepitante de la hoguera que me impide escapar, que te impide quedarte. Son las balsas de madera las que brillan.

La inhibición de los sentidos. by Pi Searchlight

sábado, 1 de junio de 2013

Miðlungs

Yo no soy lo que soy cuando hablo. Ni un ramo de flores con mensaje oculto, unos prismáticos, o una terraza con vistas. Ni siquiera un café a media tarde, ni un plan de locos. Mediocridad. Ya lo dicen los expertos, es el mal de nuestros tiempos, el demonio que nos espera a la vuelta del esquina, un niño llorando, se está haciendo tarde, no sé qué hacer. Y yo. El pez que se muerde la cola, el ego, un papel en blanco, una mente en blanco, una vida en blanco. Una vida en blanco sucio. Las palabras sin dueño, las ideas sin principios, los deseos sin ilusión. Aferrarse a una imagen vacía, a una voz que ya no existe, contar los pasos hasta la próxima estación. Como el mundo, giro por inercia y sin objetivo, veo amanecer con los ojos cerrados y anochece cuando toco el mar. Los años pasan como el roce de mi piel con otros cuerpos. Insípidos. Tristes. Solo cuerpos. El yo es un tú y tú somos todos. Todos serpientes semejantes simulando una vida de ensueño. Todos un sábado noche en la puerta de un bar. Errantes sumideros, los días comienzan febriles y terminan con la rutina. No me queda brillo en los ojos, nada en lo que creer, un cielo sin nubes ni tormenta, la poesía sin sentimiento, el sexo sin ganas. De haberlo sabido, habría deseado el aire. De no haberlo sido, podría escribir los versos más tristes alguna otra noche. Sin embargo, en la medianía reside el miedo, la no-aceptación de la misma, correr hacia delante llevando un monstruo a la espalda, borrar caras y dibujar almas, dejar mi nombre escrito en la servilleta de algún bar. Y aun sin virtudes y por despecho, por debajo del cielo, de tu cielo, con las manos vacías y un agujero en el corazón, vivo la constante creación imaginaria, en las dunas de papel y de los principios sin finales. Creo la magia del desconcierto, y en todos los barcos que surcan el firmamento.

Miðlungs by Pi Searchlight
Miðlungs, a photo by Pi Searchlight on Flickr.

jueves, 4 de abril de 2013

La voz del viento.


En el Cielo está escrito que no es real, que nunca nos desvanecimos en la colina del templo. Sin embargo, en la Tierra queda el hueco de nuestros cuerpos, escuálidos y frágiles como las golondrinas que aparecen por tu ventana cada mañana. Es fascinante cómo se puede recordar algo que nunca existió y olvidar la realidad. Engañar al Yo para calmar al Ello, vivir obviando el pasado y recreando presentes que se evaporan con el agua. Con las luces del invierno inventamos el trigo que ahora yace entre nuestras manos, tan frías como el encuentro de las almas al atardecer. Jugar con la mente es tan fácil que cualquiera podría creer que está soñando. Y es que el sueño es lo que nos hace estar vivos, porque no es necesario andar con los pies cuando puedes vivir en los árboles y tararear la canción de los días tristes mientras las amapolas ríen con tus ojos, tan brillantes como ciegos, tan insulsos como nítidos, y tan llenos de verdad. La vulnerabilidad del Sol alimenta la piel de los que viven desnudos frente al mundo, olvidando que son ellos los que hacen que los planetas se alineen en cada despertar, corriendo entre círculos polares que carecen de sentido e historia, e inventando flores con las que seguir compartiendo aire. Y toda esta magia se vuelve real y terrible cuando al cerrar los ojos encuentro en un papel arrugado, aquellas palabras, escritas con sangre en el firmamento.

Es una obra de arte
tu cuerpo y mi cuerpo
tu sexo en el mío
unidos (por fin).”





La voz del viento. by Pi Searchlight

La voz del viento., a photo by Pi Searchlight on Flickr.

lunes, 1 de abril de 2013

J'ai pris feu à la ville, (et à ma tête).

Hacía tiempo que no sentía la tristeza. La tristeza del tiempo y los bares de carretera, de los lunares y el Sol, de llegar siempre tarde a todos los momentos de mi vida. Hacía tiempo que no pensaba en el pasado, que no creía en mí. Me aterra la idea de retroceder, casi tanto como la de no avanzar, pero sin alcanzar el miedo que me da andar hacia adelante. Siento la tristeza de sentir solo con los ojos cerrados, y ya no consigo imaginar el mar. Nunca he sido capaz de compaginar el tacto y el pensamiento. Ni indiferencia, ni indecisión. Pero el corazón lo quemé en un contenedor hace tiempo. Aún así, tirada en un rincón, con una botella rota en la mano, sangrando por la boca y escupiendo con los ojos, brindo porque han vuelto los axiomas a mi vida. Y siguen estando en francés. 
- He perdido la cabeza. -
I like birds - Eels by Pi Searchlight
I like birds - Eels, a photo by Pi Searchlight on Flickr.

viernes, 21 de diciembre de 2012

Media Luna.


El tiempo nos borra la identidad, y nos hace inmortales, soñando con la idea de andar sobre el agua, de fluir con el viento y dominar sobre el Sol. Lo llaman deseo de dominación, pero yo sólo veo miedo. Miedo en cada palabra, pavor en las miradas. El mundo se quiebra y mientras, tú, en un rincón oscuro y bajo una capa, apartas la mirada, buscando que pase el temporal, en lugar de plantarle cara. Es muy fácil arrancarse los ojos con las manos, imaginar los colores e inventar formas, pero es mejor recrear la mitad de la Luna que no existe, y quemar edificios para volverlos a montar con las manos, barro y algún trozo de madera vieja. Desaprender es una idea maravillosa, casi tanto como reír en tu funeral o gritar en un ascensor. Sobran adornos, y luces. Sobran sonrisas y falta sonreír. Y sobran toneladas de ropa. Porque no hay nada mejor que pasearse desnudo entre el trigo, compartiendo la piel con el Cielo, bebiendo la sangre de los que ya no están y enriqueciendo nuestras almas de ideas tan patéticas, como utópicas. Llenándonos de sucia sabiduría y haciendo que la unidad, seamos todos. Borrándonos las caras y dejando escritos con ruido, nuestros peores deseos.



miércoles, 28 de noviembre de 2012

Vámonos a pintar la ciudad de rojo.

"Joder, y eso que aún no te conozco. Quiéreme, manifiéstate de súbito, choquémonos como por arte mágico en el Bukowski un miércoles. Pidámonos disculpas, intentemos tirar el muro gélido diciéndonos las cuatro cosas típicas. Invitémonos a bebidas alcohólicas. Escúchame decir cosas estúpidas y ríete. Sorpréndete valorándome como a oferta sólida. Y a partir de ahí, quiéreme. Acompáñame a mi triste habitáculo. Relajémonos y pongamos música. De pronto, abalancémonos como bestias indómitas. Mordámonos, toquémonos, gritémonos. Permitámonos que todo sea válido. Y sin parar follémonos. Follémonos hasta quedar afónicos, follémonos hasta quedar escuálidos. Y al otro día, quiéreme. Unamos nuestro caminar errático, descubramos restaurantes asiáticos, compartamos películas, celebremos nuestras onomásticas regalándonos fruslerías simbólicas. Comprémonos un piso. Hipotequémonos. Llenémoslo con electrodomésticos y regalémosle nueve horas periódicas a trabajos insípidos que permitan llenar el frigorífico. Y mientras todo ocurra, sólo quiéreme. Continúa queriéndome mientras pasan espídicas las décadas dejando que nos arrojen al hospital geriátrico. Inválidos, mirándonos sin más fuerza ni diálogo que el eco de nuestras vacías cáscaras. Quiéreme para que pueda decirte cuando vea la sombra de mi lápida “Ojalá, ojalá como dijo aquel filosofo, el tiempo sea cíclico y volvamos reencarnándonos en dos vidas idénticas". Y cuando en el umbral redescubierto de una noche de miércoles pretérita tras chocarme contigo, girándote, me digas: "Uy, perdóname", ruego que permita al Dios auténtico que recuerde el futuro de este cántico, y anticipándolo, pueda mirarte directo a los ojos y conociéndolo muy bien, sabiendo el devenir de futuras esdrújulas, destrozando de un pisotón mi brújula te diga: Sólo quiéreme."



Ego et moi.

Ego et moi.

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