Uno, dos, tres...



viernes, 21 de enero de 2011

Al precio del mercado.

La niña avanza por la costa sin rumbo, mientras llora con rabia. Al horizonte, el mar se presenta furioso, batiendo con fuerza la espuma inerte, y atacando con el oleaje todo aquello que le intente hacer frente. La niña aumenta el ritmo: un paso, un ruido, una marca imborrable de sus lágrimas sobre la arena. Su camino va marcado por el ir y venir de las olas, de movimiento elegante y armonioso. Cuando cierra los ojos, sus pies se escapan para bailar con los peces, y escapar de su realidad. Se sienta en la orilla, acompañada de las ruinas de una fortaleza medieval, y mira al mar. Mira aquella maravilla utópica sin fin, observa, con cautela, aquello, aquello que no termina de entender, aquello que la hace suspirar y confesar sus errores. Y entonces, grita. Grita y su voz se la lleva el viento, y en su mano las gaviotas pican. Grita y las lágrimas, saladas, forman entonces la ría que desemboca irremediablemente en el océano. ¿Por cuánto te vendes? Oye murmurar. Yo te ofrezco mil sonrisas.


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