Huida a la razón.

 Prometo escribir las palabras más tristes esta noche; entregar mi alma a cambio de un instante de gloria. Prometo buscar la felicidad una vez al día, y prometo que si consigo que me encuentre, me dejaré llevar. Reinará sobre mí nuestro estado de ánimo, y gobernará la indiferencia a los perdedores. Esta noche, inundaré de lágrimas mis sábanas, y prometo, de madrugada, navegar a favor del viento para escapar. Defenderé lo que me pertenece. No volveré a la decadencia inmediata. Prometo expresar lo que siento, y deseo el recreo de lo sensacional. Abandonaré lastres y excesos, viviré de lo invisible, gritaré para ser escuchada. Será sublime. Provocaré la regeneración textual de células. Prometo, si triunfo en alzarme de nuevo, que no me dejaré caer. Seré tan efímera como las miradas de una primavera sin flores. Prometo deseo. Espero convivir con el inconsciente, haciéndolo presente, con nuestro ambiente sensualmente álgido, casualmente perenne. Soñaré. Los sueños continuarán siendo una metáfora, pero esta vez, apareceré de forma triangularmente subjetiva. No volveré a la sumisión. Lo subliminal formará parte de mi nuevo calendario. Pensaré que nuestros ojos consiguen ver más allá de la puerta transparente, del país de los ciegos. Creeré en las ilusiones, que tanto influyen, que amortiguan lo puntual. Permitiré que vuelva a dominar el subconsciente. Olvidaré las imágenes de fatalidad crítica, me mostraré entera. Te enseñaré los secretos que me encierran. Conoceré el mundo de la simplicidad, de lo clásico, de lo inclasificable. Investigaré sobre ideales reflejados en el comportamiento de ejemplos a seguir. Huiré de las complicaciones y posibles mal interpretaciones, volverá la concisión y seriedad. Inventaré una notación paralela que permita inversiones. Sufriré la pérdida de la retórica, pero ganaré elocuencia para plasmar la inocencia que nos incumbe. Prometo conseguir volver al pasado para poder avanzar con la independencia de los recuerdos gloriosos. Prometo aprender a controlar mi mirada. No seré nunca más débil.