
Sábado por la mañana. La luz del día entra por la ventana y me despierto. No he descansado. No me siento bien. Pongo música. Suenan los Stones, sonrío. Les siguen Sabina, Burning, Sidonie, los Ramones, Jimi Hendrix…
Y después llega Boston, de Augustana. La canción nunca me dijo demasiado, hasta Ayer.
Salón de la capital, luminoso, amplio. En el centro, un piano de cola, imponente.
Y Ella. Ella, que se sienta y nos sonríe; le da vergüenza, pero quiere hacerlo. Coloca las manos en el teclado, y lo acaricia.
De él, salen las notas de la felicidad, se para el tiempo momentáneamente para disfrutar.
Y canta. Y hace magia con sus dedos, como si de un sueño se tratase. Y su voz, si, sobre todo eso. Escuchar su voz y esa sonrisa pícara…
1 cenizas encendidas:
¿Sabes que molas, no?
Y que te quiere mucha gente.
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