Uno, dos, tres...



martes, 31 de mayo de 2011

Excusa para soñar.

La ciudad del viento. by Pi Searchlight
La ciudad del viento., a photo by Pi Searchlight on Flickr.

De ti, lo único que conozco es el blanco de tus ojos, porque está escrito en el verde del mar. Gritan las sirenas desde la orilla, clamando al cielo su recompensa, mientras tú estás en deuda con la tierra. Rompen las olas al bailar, viven las estrellas en el mar, dime que somos peces y que nuestra memoria se desvanecerá mañana. Al amanecer, las gaviotas descenderán de la montaña para gritar que estás de vuelta. Aunque aún no te has ido. Desconozco tu nombre, tus ganas, tus ideales; pasemos de presentaciones. Vuelas entre los versos que se quemaron de noche bajo sábanas de alcohol, alejándote del mundo para adentrarte sigilosamente en la cueva del olvido. A veces, existe una dependencia inexplicablemente absurda, que oscila entre el éxtasis de dejarse ganar, y las ganas de la victoria. Y te da la vida, o me la quitas tú. Cuando las palabras fluyen en el vaivén de las lágrimas, te confundes con la arena del mar, y brillas casi tanto como las pupilas al terminar de besar. Escapaste en el barco de las lamentaciones y me dejaste el billete de vuelta. Al venir a buscarlo, se lo habrá llevado la marea, junto a mis huesos. Aún así, el fondo del océano sabe que estás de vuelta, que nunca te fuiste, y que todo es mentira. Porque tu nombre, lo dejaste escrito en la servilleta de aquel bar de carretera, y tu vida, me la cantas cada día al oído.

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